Mi mundo burbuja y los que están dentro de él...

domingo, 26 de mayo de 2013

El poder de algunas cosas sin importancia

Pocas sensaciones se parecen a esta, ¿verdad? Puedo diferenciar perfectamente donde empieza y termina mi alma. Cada segundo no es más que una amenaza de muerte, porque tú, tú ya te has marchado.

Vuelvo a casa caminando, despacio, mirando mis pies, ya que no tengo el valor suficiente ahora mismo para levantar la cabeza y sentirme fuerte. Y de pronto, empieza a llover. Ni si quiera voy a correr, ya no hay prisa, ya no hay tiempo. Y es justo en este instante cuando se me ocurre, que ya nada será igual.

Abro a oscuras la puerta, con un dedo, pero bajo ningún concepto encenderé luz alguna, no ahora, porque estoy enfadada con dios, y aunque no tenga culpa, me castigo con rabia en este pozo sin fondo para que nadie descubra qué ha sido de mi.

 Una vida se desploma mientras un avión despega.  Puedo ver como el cielo se enciende y mis ojos se apagan.

Así que ya es de día ¿lo es? Supongo que sí… la luz  se cuela entre las rendijas de la ventana y me pregunto, si es cierto que sobreviví a la primera noche de muchas que seguirán.

La comida no sabe a nada. Me contaron que el hambre también se ha ido. Eso sí, él volverá cuando la vida siga, y no me quedará más que alimentarme como lo hace el resto. Odio al resto, hacen cosas que yo no puedo.

Ya pasaron años. Algo más de dos, y puedo contarlo.  Eso me digo siempre. Todavía sigo desayunando con una silla vacía. Siempre sobran tostadas y es que he hecho comida para dos otra vez.

Me di un abrazo y decidí salir a  comprar. Imagino tu cara mirándome mientras te pregunto si debo comprármelo y directamente, veo una sonrisa que me invento y echo ese vestido a la bolsa.  Así funciona todo. He creado un universo paralelo donde me miento a todas horas. Sin piedad ni gloria, esa es toda la verdad. Que pueda tocarte o no, eso es otra historia. Que vives conmigo, de eso no te quepa la menor duda.


Buenas noches, yo también te quiero.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Estoy aquí, ¿estarás ?

Cómo empezar a escribir un secreto...
Cómo salir de ésta, airosa...

Erase, un amor invisible.  

A partir de aquí, sólo puedo abrir ojos y admitir, que no se ve una sola estrella. 

¿ Quién es él?,  ¿Por qué me besa?, ¿Por qué se queda?...¿Por qué no vuelves?

Incapaz de dar un paso me quedo parada mirando mis zapatos. Dos años. 

Y un buen día te oigo, y arrasas los cimientos de una vida construida sobre tu ausencia. Abro de nuevo  los ojos, y ya no queda nada. Sólo yo... tambaleándome con los brazos abiertos rodeada de aire, porque el amor, el amor es invisible, como mi vida paralela, como las noches que te abrazo, como los sueños que se cumplen.

Me resulta difícil pensar que esto es real, que vives igual que yo, que ves la misma luna, que todavía estás en un mundo al que puedo acceder. Aunque pasan los años, y perderme un día más de nuestra vida es como no estar vivo. Aunque ya me conoces...eso no va conmigo, tu esperas mi sonrisa y yo tus ojos.

¿ y qué si me fuera? ¿ y qué ? hace días que lo hice. 


domingo, 2 de septiembre de 2012

Él, me quiere a mí.

Frío, oscuridad, lluvia, cristales rotos, golpes, carne deshecha, gritos,  laberinto, impotencia, locura, mentira, cansancio, tortura,espanto, viento, hielo, desesperación, tormenta, desvanecimiento...muerte.

La historia prohibida es hoy parte de lo que debió ser. Pasado en un presente, presente en un pasado.
Soledad en medio de una calle oscura, enfermedad dentro de una figura que se hace llamar cuerpo. Coches que pasan, nubes que parten, sueños pegados al asfalto mojado.

Lluvia que golpea la cara como un cuchillo afilado, gritos de dolor, asfixia. Mundo que cruje y estalla al cerrar los ojos.

Boca cerrada corriendo calle abajo, huyendo del diablo que me persigue. Que quiere mi alma, la que ya se ha llevado.

Sin vísceras, sin pulso, no he ido a ningún lado, no hay a nadie que pueda oírme y nadie acude en mi auxilio.

Llamada disfrazada de mentira, una voz que se rompe, la mía. Un día de silencio.

Pesadilla que me ata y me hace presa. Libertad destrozada por la inocencia de un monstruo. Pasos agigantados hacia un abismo. Espada y pared. La flor ha muerto en tus brazos.

Tempestad aterradora que hace buscar cobijo en cualquier parte, sabiendo que el diablo volverá a buscarme y me encontrará sola de nuevo, gritando angustiada.


Me abrazo y pongo a salvo a los que quiero.

Él, me quiere a mi.

domingo, 1 de abril de 2012

Así fue, así es, a veces.

No siempre fui así. Recuerdo un tiempo en el que sólo era a veces. Sólo, cuando tu estabas.

Caminar sola y respirar la primavera, se convertía los lunes, al despertar, en mi afición preferida. A veces, era invierno y llovía sobre mi cabeza. No importaba, a veces esos días eran mi preferidos. A veces. Casi nunca.

Los años pasan, la vida fluye y nos separa. A veces felices, otras nostálgicos. A veces, pensando en cambiarnos de religión, de país...a veces, por encontrarnos.

Hubo una época en la que el sol no salía, y vestía los días de un luto intenso. Siempre pensé que no te velaba a ti. Y acostumbre a vivir despacio. Deprisa, sólo a veces.

Me refugié en el mar eterno, durante horas eternas. Y cuando el amanecer se terciaba rosado, buscaba la mirada cómplice de una ola rota. Aquella, que sólo daba la cara una vez, dos veces, a veces...

Me doy un abrazo por aquellas noches al llegar a casa imaginándote escondido en algún lado. En el lado opuesto de mi almohada. Concretamente en otro hemisferio, bajo otro cielo. Recordándome, a veces.

Por la taza  de café helado, rompiéndose contra una pared mojada. A veces, no del café.

Por mis sueños cumplidos y mis guerras ganadas.

Porque todo es relativo. Porque todo no eres tu. A veces.

viernes, 6 de enero de 2012

Jugad al despiste

Es gracioso, ahora eres presa de tu propio juego.
Me siento a mirar como te vuelves loco, y una sonrisa maléfica se apodera de mi cara. 
¿ Qué tal te va ?- me dices. Aunque yo sé lo que estás preguntando; ¿Sigues con él ?. Eso es quizá, lo que más te interesa de mí. 

Subo las escaleras y te veo, al fondo, sujetando un vaso que más tarde terminará derramándose en tu camiseta. (Últimamente todo te sale bien). Ya sabes que he llegado, incluso te estoy viendo disimular. Cada día eres más descarado disimulando. Mientras espero a que dejes de hacer como que haces algo, saludo al resto de gente. Esos que sí me quieren, y a los que sí les importo, cuando estoy sola, acompañada, de pié o sentada, cuando tengo un grano o me pongo cresta.

Mírate, estás hecho un asco. Tienes más arrugas y pareces más crío. Inmaduro, perdón. Qué mono...

Ahora te acercas, aunque miras al suelo para no delatarte, hace tanto que te conozco que podría decir de antemano la coordenada exacta en la que vas a situarte. A mi lado, claro. Delante o detrás, hablando con mi amiga o con mi prima. A veces con mi perro, esperando a comprobar que tus tácticas de seducción siguen funcionando. Querido, palabras bonitas ya fueron usadas para otros fines, ahora puedes quitarte el disfraz de payaso e irte dando saltitos a otra parte.

¿ Sueno a odio? No, por favor. Sólo es que, me gustaría verte colgado de algún tendedero una noche de llovizna y viento. Lo digo por tus calores, sé que últimamente te tienen un tanto sofocado y puede que así te cambie ese color tan mustio con el que te has pintado la cara.

Ya has hecho la segunda pregunta: " ¿Los estudios bien?". O lo que es lo mismo, ¿ese tío se porta bien contigo y permite que te concentres en momentos como este en los que necesitas calma elevada a la enésima potencia?. Me río, y no contesto. Tus ojos dan vueltecitas sobre su propio eje.

Lo reconozco, me he vuelto amante de la ambigüedad. 
En este momento, te veo a través de la persiana como subes y bajas las escaleras de forma mecánica. No se si te has colapsado de tanta desinformación, o te he desorientado tanto como para no atreverte a salir de nuevo al lugar de reunión.

Esta vez te acercas andando de espaldas. Qué mono...ya has tirado dos vasos al suelo en lo que va de noche. Vuelves a mi lado y ya no te despegas.

Ahora me dices que te acompañe que tienes una sorpresa. Disimulo y por ello sonrío. Te acompaño.
Me siento en la cama, y recibo el detalle de todos los años, ese dardo envenenado con el que caía rendida. Pensando, ingenua de mi, que habías ocupado un rato de tu ocupadísima vida en pensar en Abril. Me río, me plantas un beso y me levanto de un salto. Te doy siete abrazos, para disimular también. Te quedas pasmado mirando como bajo de nuevo la escalera.
Me sigues y te caes de cabeza. Qué mono...llamaré a una ambulancia.

Una vez consiguen despegarte del suelo, y te recuperas de tu triple salto mortal contra marmol frío, todavía te quedan ganas de seguirme a casa. Preguntas por tercera vez. No, no dormiré sola, voy a agarrarme al tronco que hay en la chimenea y que está calentito y pasaré lo que queda de noche, ya puedes irte.
Tus ojos vuelven a dar vueltecitas y te colapsas. Pones cara de secador ( enchufado )  cayendo en bañera rebosante de agua.

Subes, bajas, sales y entras, y después de pasearte mientras te miro risueña desde el sofá, te doy la buenas noches y te mando a casa. Así, sin pena ni nada, sin ganas de ti, sólo con ganas de ese.

Bienvenido al juego del despiste.


lunes, 31 de octubre de 2011

Muerte al miedo

De un lado hacia otro, como una hoja seca, impulsada por el viento de una tarde, que pronto acaba.

Lejos, había quedado el temor de no encontrar el camino adecuado. Porque lejos, había quedado también lo que un día me guió.

El hecho de caer allá donde nadie sabe, me enseñaba de nuevo el verdadero sentimiento de ser libre.

¿Acaso existe algo que dote al ser de algo más pleno que la libertad?

Con el paso firme de una pluma, me dejé llevar por el paso del tiempo...

Dado, que no confiaba en ráfagas de aire, ni en rescates de urgencia, supe que respirar sin dificultad sólo sería posible deshaciéndome del miedo.

Supongo que para mi ya no resultaba tan difícil. Después de todo, el amor se había esfumado.

Cierto es que, desde aquellos días ya habían sucedido tres o cuatro de mis cumpleaños.

Se define miedo, como aquella sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.

¿ Sabéis? Nunca tuve tanto miedo como cuando se fue. Que no está, sigue siendo una realidad. Que vendrá, sólo un espejismo.

 Si me dejase engañar por uno de esos, cada uno de mis pasos serían esclavos de algo que no existe. Y por tanto, una vida resumida al absurdo.

¿Sabéis? Él no ha vuelto, pero yo he aprendido que el miedo trajo algo consigo. la libertad al afrontarlo.


domingo, 4 de septiembre de 2011

Lo que la verdad esconde

¿Qué hay en tu mundo en el que pasas tanto tiempo?- Me dijo alguien hace meses.

Por un momento creí que iba a contestar. Luego, pensé y enmudecí.

¿A cual de los tres mundos se refería? (no pregunté)

¿ Acaso no tenía lo mismo que todo el mundo?

Si tenemos en cuenta que el despertador sonaba sobre las 9:00 am, entonces diré que mi primer mundo amanecía a esa hora.
 El tiempo transcurrido vagando por el mismo, era proporcional a la cantidad de obligaciones reales que mi mente hubiera programado para ese día.

Mi segundo mundo era casi tan complejo como yo. Cómo decirlo...tenía la costumbre de meter uno dentro de otro... 
Podía quedarme mirando al gotelé  de la pared como si estuviera analizando las micro partículas que componían la pintura, y sin embargo, había un telón que me volvía ciega en ese mismo instante. Ni si quiera era capaz de escuchar nada. Ese era mi otro mundo. Una habitación vacía que yo llenaba hasta los topes.

Mientras el resto de las personas humanas permanecía en ese primer mundo, yo buceaba entre la paz más absoluta en otra galaxia. Es curioso, ni si quiera cuando se dirigían a mí podía enterarme.

Se me ocurrió que con otro traje ganaría dinero en el escaparate de alguna tienda... ser maniquí siempre fue una profesión muy digna.

Seguí pensando en que contestarle a mi amigo...

A veces regresaba al primer mundo demasiado tarde, de forma que casi se juntaba con el tercero.
Sí, así es. El tercero era enigmático, pero sobre todo, era irreal.

Ocurría siempre que cerraba los ojos y dejaba de sentir el cuerpo. No tomaba drogas.
Entonces me mudaba, cogía las maletas y emprendía un viaje que desde el inicio nunca sabía donde terminaría. Tampoco recordaba luego dónde había empezado... uno de los mayores misterios de la vida. Le llamaban mundo de los sueños. Aquel, en el que un día puedes ser un pájaro y al día siguiente salir con Güini de Poo a tomar unas cañas.

Empecé a ser consciente de la importancia de estos tres mundos cuando uno tras otro me liberaban de las cargas del anterior. Y ordené mi vida entorno a ellos,  para reciclarme y renovarme cada veinticuatro  horas.

Viviría y sentiría la realidad porque aún respiro. Porque no hay nada como notar que puedes abrir la boca y gritar. Después me sumergiría en ese otro mundo en el que paso tanto tiempo.

Ahora sé que responderte...le llamaré el mundo de las ideas. Desde allí he aprendido a mandar mensajes en silencio, tener relaciones telepáticas y ser dueña de algo que sólo yo puedo ver. El mundo de las ideas, es pues, la caja fuerte más segura del mundo.

Y por último, mi amado mundo de los sueños, del que nadie puede huir...




Alguien puso en nuestras manos la oportunidad de ver, sentir y vivir de tres formas diferentes. 

Vive, yo tengo que volver.



miércoles, 17 de agosto de 2011

Sin pinzas, muy amable.

¿ Podrías sujetarme la cabeza mientras intento desmayarme? Gracias.  No puedo salir mañana de casa con otro nido de golondrinas en la frente.

La primavera siempre causa estragos...pero qué digo, es Agosto.

¿Agosto? ¿En qué momento metí mi vida en una batidora? ¿ En una lavadora? Por favor, llevadme directamente al tendedero. Sin pinzas, muy amable.

¿ Por qué motivo siento que es Febrero ? o quizás...Diciembre.

Cuando hace unos días abrí mi álbum de telas, una sensación fría y al mismo tiempo aterradora golpeó mi cuerpo. Casi no había usado ninguno de aquellos atos, que en siglos anteriores me habían llevado hasta la gloria.

Supongo que cuando todo empezó la guerra parecía ganada. Ahora en cambio, no se si quiero ganarla.

Podría meterme en un cohete con destino Singapur y permanecería igual de inalterable que en este preciso y cariñoso instante.

Verás, haz la prueba. Pínchame con un palo, méteme el dedo en el ojo, pellízcame una uña, muérdeme el párpado, cántame algo dulce. No haré ni una mueca.

Es curioso, empecé abrazándome al perchero, ya que la ilusión que desprendía casi se parecía a la de aquella vez. Hoy, me agarro a una escoba, con la intención de que al apretarla fuerte las cerdas rocen mis pies y eso me devuelva de nuevo el cosquilleo típico de una época como esta.

¿ Cómo decir que me falta chispa ? ¿ Cómo insinuarte que me prendas fuego ? Ya sabes, no tengo término medio.

Un momento, ¿ Qué hace una pared pegada a mi suela? ¿ Por qué ando horizontalmente? Dios, lo he vuelto a hacer. Tengo poderes.

Una de estas mañanas me levantaré levitando y ni si quiera me sorprenderé.

Por cierto, se me ha llenado la cara de sonrisas, por eso nadie me mira a los ojos.
Es normal, cualquier día me pongo seria y deja de salir el sol. Han de vigilarme, nunca se sabe.

Así, con esto, me dispongo a colgarme de la lámpara, a ver pasar las agujas en sentido opuesto a mi, y a columpiarme hasta que caiga en algún lado.

Al fin y al cabo, no hace mucho me di cuenta que lo importante es saber cuándo has de salir corriendo, y yo lo se.

Sin pinzas, muy amable.


lunes, 2 de mayo de 2011

Querido nadie

Vuelve a mirarme. No me dejes como si fuera la última vez.
Rescátame de este sueño sin sentido.
Arráncame la vida, llévate mi alma. Por favor, no me dejes aquí escuchando la lluvia. Sola, llena de ganas de primaveras.
Paséame por ese mundo mágico que tanto envidio. Bórrame de aquí.
Arrástrame de la tierra y conviérteme en un latido.
No dejes que me deshaga en diminutos pedacitos que nadie ve.
Ven a buscarme.
Mete mis lágrimas en una cesta para cuando nadie te crea.
No se donde estás, pero te sueño.
¿Qué ocurre? Ha sido genial este tiempo, pero ahora quiero verte en medio de mi camino con los brazos abiertos.
Ojalá no estuvieras perdiéndote los mejores años de esta muñeca. Prometo que habrá cosas que nunca te cuente, pero no olvides...

     Mi voz será invisible, inexistente pero inmortal.

domingo, 24 de abril de 2011

¿Y ahora ?

Era la ciudad más bonita que había visto con los ojos cerrados. 

Después de aquello nada volvió a ser lo mismo. Tener alas, sólo me servía contigo. Después, era inútil, mis pies no despegaban del suelo.

Hubiera salido de puntillas para que tus palabras no pudieran seguirme, pero en aquel momento me esforzaba porque no te dieras cuenta de que me marchaba a gatas.

Yo, parada. El cielo, dando vueltas de campana. Tú, en la otra parte del mundo, al otro lado de la vía.

No me fui de allí, me fui de ti. Me fui de todo. 

Déjame. No mires, ni me hables, ni me busques, ni me escribas. No lo hagas especial.

Atrévete a seguir sin saber que estaré aquí guardando nuestro secreto.
Atrévete a jugar sin comodines, asumiendo riesgos, sin hacer trampas.
Atrévete como yo, a caer en picado no sé dónde. Ten miedo.

Ahora estoy corriendo, despavorida. Me paro. ¿Hacia dónde corro?


martes, 29 de marzo de 2011

¿ Quién dijo miedo ?

Es tan difícil empezar...¿Acaso elegir unas palabras u otras puede cambiar la dirección de las olas? 

Me temo que hay cosas que nunca te dije. 

Ya no hay orilla, tan solo edificios que se desvanecen conforme me detengo a mirarlos. Eso ocurre también contigo.

Nunca había suplicado a una ventana en silencio. Así que, mi mensaje quedó vagando por el espacio, como  yo. Un extraterrestre más.

De nuevo, en medio de ninguna parte. Flotando... 

Adiós. Esta vez he de decirlo.

Me arrancaré el corazón con una cucharilla de café, y luego te mataré. 

Sabes que siempre fui justa. Sólo te haré el daño que has causado.

Luego, me cortaré el pelo de tonta,  me compraré una guitarra, me subiré a un globo y gritaré con todas mis fuerzas. 

Voy a bailar  hasta que las suelas de mis zapatos sean sólo, algo simbólico.  
Formaré un grupo de música, cantaré por todo el mundo. 


Conseguiré el dinero necesario para viajar al paraíso tailandés, donde construiré una barca de madera que me de alas, y me vestiré de flores con cada puesta de sol. Comeré corales y piedras preciosas para después vivir como una sirena en el fondo del mar.

Pero nunca más me verás subida en ese escenario, interpretando a una princesa de goma. Inerte. Sumisa. Devota.

Demonios...¿Por qué no me golpeaste con cualquier cosa? Debiste sacarme de dudas y decirme si aún sangro. Que esa cosa roja es lo único que no has congelado.

Sólo tengo una pregunta más para usted, señor todopoderoso:

                ¿Que haría si no tuviera miedo?






viernes, 18 de marzo de 2011

Cada cosa en su lugar

No conseguí ordenar nada, aunque reconozco, lo intenté.
Aquel desorden tuvo demasiadas consecuencias. Lo supe desde que abrí la puerta. 

Mi armonía brillaba por su ausencia y mi estado de ánimo sacó un bono en su  montaña rusa preferida.

"A grandes problemas, grandes soluciones"- pensé. Esa frase me definía muy bien.
Nunca tuve término medio y mis remedios a determinados problemas eran tan extremos como yo.

Pegué un portazo y salí corriendo. Durante días fue lo único que hice, aunque tarde o temprano volvería...

De nuevo entré , frustrada,  tras mi fallido intento de dejar atrás aquella sensación de locura. Tenía otra de mis brillantes ideas.

Cada cosa fue colocada y pegada en su sitio. Así, no se movería al parpadear.
Si todo estaba fijo, volvería la calma.

Es cierto, nada se movió. Excepto yo... que andaba de un sitio a otro sin saber donde pegarme. Era lo único que faltaba.
Ahora todo estaba ahí a la fuerza, no había una razón en aquella habitación fingida.
Nadie se enteraría cuando entrase, sólo yo. 

Olvidé mencionar lo preocupada que estuve siempre por esconder mis platos rotos.
Con el tiempo, había desarrollado un arma cuya efectividad era indiscutible: " una sonrisa profesional". Gracias a ella el negro parecía rosa, y así me vestía cada día al salir del castillo en pie de guerra.

Sólo tenía dos. Dos válvulas de escape.
La segunda era una burbuja tan dura como el acero y tan opaca como la madera. Me aislaba de la civilización. y de mi misma. Aunque ésta, sí suponía un problema. Vivir en un mundo paralelo no está mal, pero vivir paralelo a ti mismo es como mentirse. 
No obstante, no dudaba en utilizarla y me disfrazaba de caracol cualquier día de la semana.

De repente me paré... y enfurecida golpeé todo cuanto había pegado.
Sentí odio, rabia y enfado. Había sido yo. Yo, la culpable de aquel cataclismo...

No olvidad meted el recuerdo, en el cajón del olvido.














jueves, 10 de marzo de 2011

Cerrad la puerta y esperad sentados

"Lo difícil es empezar"-  me decía mientras miraba alrededor.
Era la casa de mi vida y estaba casi en ruinas...

No hacía más de dos meses que había llegado al barrio. Antes de mudarme sólo había escuchado elogios hacia él., aunque la verdad, no estaba preparada para aquel cambio. Ni si quiera un poco.
Me vi obligada a buscar una nueva vida, un lugar donde no doliera respirar.
"Lejos", sonaba bien. Allí encontré mi hogar.

Cambiaría tuberías, puertas, ventanas, pintaría de algún color aquella pared sin fuste, y cubriría aquel suelo frío de algún material cálido y suave. Me gustaba la moqueta. 
Había mucho que hacer.

No fue fácil. Mucho menos sola, a pesar de que en la calle muchos de mis vecinos esperaban encantados a que les pidiera ayuda. Eso fue lo que más me gusto de este lugar. Me enamoré de su gente.

Aquella casa me gritaba socorro, una y otra vez. La ayudaría y ella me cuidaría a mi.
Convertí ventanas en cristaleras y desaparecieron las puertas de mi nueva vida. 
En un año y medio lucía preciosa, llena de luz, de color.  Era mi pequeño castillo.
Por fin todo estaba en su sitio, donde yo quería. Donde a mi me gustaba. Donde tenía que estar.
Cada rincón estaba estudiado meticulosamente, no faltaba detalle y cada detalle tenía un porqué.

La única puerta que podía cerrar era la que daba al portal. Sólo se abría cuando yo salía, pero nunca entraba nadie. Temía que alguien la desordenase, aunque mi principal virtud no era la de ser ordenada...
Se que parecerá una manía, pero no era más que un intento de protegerla...o protegerme.
Mi burbuja impenetrable, las cuatro paredes más seguras que existían.

Un día salí de casa. No iría al trabajo, ese día era diferente. No era fin de semana, pero mi mundo estaba de vacaciones. Fue inolvidable, podría haberme ido sin nada y nada me hubiera faltado.
Pronto acabó aquel inciso.

Al llegar me quedé petrificada, no entendía cómo, la puerta  estaba abierta...
¿Qué había pasado? ¿ Había olvidado cerrarla? eso era imposible.
Di un paso más, asomándome con cuidado. Alguien había entrado en mi castillo.
Un cafetera en el baño, un peine en el microondas, el frigorífico junto a mi escritorio, las toallas en la entrada y una escoba en el salón.
Entre tanta confusión, alcancé a ver un papel medio arrugado tirado en suelo junto a algunos restos de tierra de una de las plantas que antes adornaban el pasillo. Barrí a toda prisa. Como loca coloqué cada cosa en su lugar de origen, pero al parpadear todo volvía a desordenarse.
De nuevo corría y ordenaba, corría y ordenaba... y me cansé. Me cansé de volverme loca y me senté.
Lo último que recogí fue aquel papel del suelo:

 " Cierra la puerta, amor. Ya estoy aquí."

 Y entonces se instaló en mi vida...

  Sabéis quién? todos lo conocéis.




sábado, 26 de febrero de 2011

Un paseo hacia ningún lugar...

Había paseado mil veces por aquellas calles.
Es extraño, por más que lo hacía siempre creía descubrir algo nuevo. Me gustaba esa sensación. Miraba a cualquier parte y  todo sonaba diferente y apasionante.
Cuando te fijas bien, te das cuenta de la cantidad de cosas que habías pasado por alto.
No hacía demasiado frío, y salí a enfriar mis ideas.
Estaba sola, como aquellos árboles, cada uno de su padre y de su madre, colocados en ese lugar por puro azar.  Eran enormes, altísimos, casi tocaban el cielo. Eternos.
Llevaban ahí media vida, plantados. Alguien se había encargado de regarlos cada día, de cuidarlos. En los últimos años habían dado un buen estirón.
Aunque la eternidad es más efímera de lo que un día creí.
Mientras caminaba, algunas vidas se cruzaban. Me preguntaba como sería conocer a una de esas, si tendrían alguna historia que contar, o simplemente si en la nada, había también algo eterno.
Entonces tropecé.
Estaba perdido, conocía la cuidad , pero no se encontraba.
Como si la partida acabase de empezar y él, solo tuviera una carta.
Me doblaba en primaveras, era amable, y por su forma de hablar, parecía muy sabio.
¿Qué iba yo a enseñarle?
Había sido un ganador, un triunfador sin trofeo.
Sin apenas haber dado dos pasos, me había convertido en una oyente omnubilida. A veces, olvidaba parpadear.
Las hojas caían a nuestro lado, y se posaban suaves sobre las aceras.
Anduvimos despacio.
Por un momento quise quedarme allí hasta mis 63.
No lograba comprender qué le tenía tan desconcertado.
Por un instante, todo se quedó en silencio. Solo se oían nuestros pasos.
Ya no pasaban los coches.
Miré entonces hacia arriba y hallé la respuesta.
Nadie le pregunto a ellos si deseaban deshacerse de sus hojas, ni de lo que podían sentir por ellas. Sin aviso previo caían delante de sus ojos, una tras otra. ¿A quien? ¿A quién le importaba? ¿ Acaso alguien se había fijado? Seguramente, no.
Lo cierto es, que así era.
Lo efímero es eterno.
Pronto comprendí lo que a él le ocurría. Había estado toda la vida buscando lo eterno, lo verdadero y de un plumazo se lo llevó el otoño.
¿A quién? A nadie, pero así es.
Comenzó a llover, y pronto nuestra ropa quedó empapada, pero eso no importó. Pronto pararía y si no...¿A quién? a nosotros no, sólo queríamos estar allí y allí estuvimos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Un ladrón de deseos se lo llevó?

Ayer, ahora, hoy... deseos, sueños, al fin y al cabo cosas que anhelamos con todo nuestro ser...finalmente se hacen realidad.
Pero... ¿ Qué pasa cuando es tarde?

Hablemos de tacones. Tanto tiempo había pasado mirando el escaparate, entrando a la tienda sólo para poder probarlos...relucientes, oliendo a nuevo, preparados para mi. Había muchos, pero quería esos. Los negros con la cara redonda. Y lo cierto, es que eran carísimos, pero poco importaba el precio a pesar de tener que ahorrar durante meses para conseguirlos.

Esos tacones siempre estaban ahí. Los deseé hasta el aburrimiento, soñaba con ellos...
Tuve que hacerme la idea de que no conseguiriría ahorrar tanto y deseché la idea de comprarlos. Necesitaba ese dinero para cosas más urgentes. Aquello lejos de ser una necesidad, era un capricho, una obsesión, me había vuelto adicta.

Con el paso del tiempo, olvidé aquel escaparate, cambié el centro comercial por un paseo por la ciudad.
Si de zapatos he de hablar, me incliné más por un zapato cómodo, ligero, sin tacón, algo más ponible, más desenfadado. Y sencillamente, más barato.

Una noche de navidad recibí un regalo. ¿A quién no le gusta un regalo? Lo abrí a toda prisa.
Mi cara se encendió de alegría, saltaba por encima de cajas, papeles y demás trastos que encontraba en mi camino. Eran mis ansiados tacones negros.
Me vestí sin quitármelos de los pies, eligiendo ropa que no desentonase.
Todos sabían lo que suponían para mi aquel par.
Bailé con ellos hasta que amaneció. Quise dormir con ellos puestos.
Fue extraño, al despertar ya no me gustaban...
Los miraba perpleja, asombrada, atónita...
Ya no me gustaba el color,ni si quiera la forma de ese tacón afilado. No entendía nada. Como si de la noche a la mañana alguien hubiese entrado en mi mente a desordenarlo todo. Me habían robado el deseo. Ni rastro de él.
Ni triste ni contenta, indiferente, pasé un mes intentando buscar el ladrón de mi deseo.
Entonces, me di cuenta, que aquellos tacones llegaron a mi cuando mis necesidades estaban cubiertas. Cuando lo tenía todo.  Cuando me gustaba más pasear por la ciudad que por las tiendas...
¿Fué un capricho? seguramente. Todavía no he encontrado al ladrón.

"Cuidado con lo que deseas, podría hacerse realidad" me dijo un buen amigo.